¿Qué es la Fiebre Hemorrágica de Crimea-Congo?
La Fiebre Hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC) es una antropozoonosis causada por un virus del género Nairovirus, perteneciente a la familia Bunyavididae. Se trata de una enfermedad vírica, emergente en Europa Occidental, que es transmitida mediante la picadura de una garrapata (predominantemente Hyalomma spp.). Los primeros casos en humanos fueron reportados por investigadores rusos en la década de los 40 y se aísla por primera, vez en el Congo, varios años después (1956).
El virus de la FHCC se transmite a las personas ya sea por la picadura de garrapatas o por contacto con la sangre o tejidos de animales. Puede haber transmisión entre seres humanos en casos de contacto estrecho con sangre, secreciones, órganos u otros líquidos corporales de personas infectadas.
Distribución
La FHCC es endémica en África, los Balcanes, Oriente Medio y Asia, en los países situados por debajo de los 50º de latitud norte, que es el límite geográfico de la garrapata Hyalomma spp., que constituye su vector principal.
Diferentes estudios concluyen que las aves migratorias, procedentes principalmente de África, pueden ser las porteadoras de estas garrapatas a nuestro país. Esto, junto con los condicionantes del cambio climático en las distribución de los vectores de Hyalomma marginatum en Europa y especialmente en la península ibérica, hacen necesario la realización de encuestas activas que deben llevarse a cabo de forma rutinaria en las áreas adecuadas para el establecimiento exitoso de estas garrapatas.
En España
La presencia de este virus ya había sido detectada en 2010 en España. Este patógeno fue aislado en garrapatas encontradas en ciervos de distintas fincas de caza extremeñas, en las lindes del río Tajo en la frontera portuguesa. En 2011, el Centro de Control de Alertas del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad elaboró, junto con un grupo de expertos, un primer informe acerca de la situación de este virus en nuestro país.
Transmisión
El virus se transmite a las personas ya sea por la picadura de garrapatas o por contacto con la sangre o tejidos de animales infectados durante la matanza, ya que está presente en ganado bovino salvaje y doméstico como ciervos, ovejas, cabras y liebres. Puede haber transmisión entre seres humanos en casos de contacto estrecho con sangre, secreciones, órganos u otros líquidos corporales de personas infectadas.
Sintomatología
La duración del periodo de incubación depende del modo de contagio del virus. Después de la picadura de garrapata, la fase de incubación es generalmente de uno a tres días, con un máximo de nueve días. El periodo de incubación tras el contacto con sangre o tejidos infectados es normalmente de cinco o seis días, con un máximo documentado de 13 días.
Los síntomas comienzan de forma súbita, en forma de fiebre, mialgia (dolor muscular), mareo, dolor y rigidez de cuello, lumbago, cefalea, irritación de los ojos y fotofobia (hipersensibilidad a la luz). Puede haber náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y dolor de garganta al principio, seguidos de bruscos cambios de humor y confusión. Al cabo de dos a cuatro días, la agitación puede dar paso a somnolencia, depresión y debilidad, y puede aparecer dolor abdominal en el cuadrante superior derecho, con hepatomegalia detectable.
Otros signos clínicos posibles son taquicardia (aumento del ritmo cardiaco), adenopatías (inflamación de los ganglios linfáticos), y erupción petequial (erupción por hemorragia cutánea) en mucosas internas, por ejemplo en la boca y la garganta, y en la piel. Las petequias pueden dar paso a erupciones más grandes llamadas equimosis, así como a otros fenómenos hemorrágicos.
Normalmente hay signos de hepatitis, y los pacientes muy graves pueden sufrir un rápido deterioro renal, o insuficiencia hepática o pulmonar repentina después del quinto día de enfermedad.
La tasa de mortalidad asociada es de aproximadamente un 30%, y la muerte sobreviene durante la segunda semana. Entre los pacientes que se recuperan, la mejoría comienza generalmente al noveno o décimo día tras la aparición de la enfermedad.
Diagnóstico
La infección por el virus puede diagnosticarse mediante distintas pruebas de laboratorio:
- prueba de inmunosorción enzimática (ELISA);
- detección de antígeno;
- seroneutralización;
- reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR);
- aislamiento del virus en cultivos celulares.
En los pacientes en que la infección será mortal, y en general durante los primeros días de la enfermedad, por lo habitual no se produce una respuesta de anticuerpos medible, de modo que en esos casos el diagnóstico se realiza mediante la detección del virus o de su ARN en muestras de sangre o tejidos.
Los análisis de las muestras de los pacientes entrañan un riesgo biológico extremo y solo deben llevarse a cabo en condiciones de máxima contención biológica. No obstante, si las muestras son inactivadas previamente se puede manipularlas en un entorno de bioseguridad básico.
Tratamiento
El tratamiento general de sostén contra los síntomas es la principal opción ante estos casos. También utiliza el antiviral ribavirina para tratar la infección.
Prevención y control
Control en animales y garrapatas
Es difícil prevenir o controlar la infección en los animales y las garrapatas, debido a que tanto el ciclo garrapata-animal-garrapata como la infección de los animales domésticos suelen pasar desapercibidos. Además, las garrapatas que pueden actuar como vector son numerosas y están muy extendidas, de modo que combatirlas con acaricidas (productos químicos que las matan) solo es una opción viable en las instalaciones ganaderas. No se dispone de vacunas para los animales.
Reducir el riesgo de infección humana
Aunque se ha desarrollado una vacuna inactivada derivada de cerebro de ratón, utilizada a pequeña escala en Europa oriental, actualmente no hay ninguna vacuna segura y eficaz ampliamente disponible para uso humano. A falta de vacuna, la única manera de reducir la infección humana es la sensibilización sobre los factores de riesgo y la educación de la población acerca de las medidas que pueden adoptarse para reducir la exposición al virus.
Reducir el riesgo de transmisión de garrapatas al ser humano:
- usar ropa protectora (manga larga, pantalones largos);
- usar ropa de color claro para poder detectar fácilmente las garrapatas adheridas a ella;
- usar acaricidas autorizados (productos químicos que matan las garrapatas) en la ropa;
- aplicar repelentes autorizados en la piel y la ropa;
- examinar regularmente la ropa y la piel en busca de garrapatas y, en caso de encontrar alguna, eliminarla de forma segura;
- procurar eliminar o controlar las infestaciones por garrapatas en los animales y en los establos y graneros;
- evitar las zonas en que abunden las garrapatas, especialmente en las estaciones en que están más activas.
Otros enlaces de interés:
Noticia Vozpopuli.com